domingo, 30 de noviembre de 2014

EL REY EXTIENDE SU CETRO

Ester, capítulos 4 y 5.


Cuando Mardoqueo supo del edicto que Hamán había redactado mandando exterminar a todos los hebreos del reino, rasgó sus vestidos, se plantó en la puerta del palacio real y se puso a llorar a los gritos. Entonces, Ester encargó a uno de los eunucos que la asistían que averiguara por qué motivo hacía esto Mardoqueo. El eunuco fue hasta la puerta del palacio, y Mardoqueo le contó todo lo que había pasado y envió con él mensaje a Ester pidiéndole que intercediera por su pueblo ante Jerjes.

Ester recibió el mensaje y mandó decir a Mardoqueo:

Hace treinta días que yo no he sido llamada a presencia del rey. Y es bien sabido que cualquier hombre o mujer que se presenta ante el rey sin haber sido llamado es condenado a muerte, salvo aquel a quien el rey extiende su cetro de oro para que viva.

A esto, Mardoqueo respondió:

—A ver si nos entendemos, piba… ¿Vos te creés que por ser reina te vas a salvar de que te hagan boleta como al resto de los hebreos? Te aviso que no, eh… Así que fijate… (1)

Ester reflexionó un momento y, finalmente, mandó decir a Mardoqueo:

—O.K., Voy a presentarme ante el rey, aunque eso vaya contra las reglas. Y si me tengo que morir… ¡que me muera! (2)

Tres días después, se puso sus mejores pilchas y fue hasta la casa de Jerjes —el rey y la reina vivían en el mismo palacio; pero, dentro del mismo, en edificios separados—. Se quedó de pie en el patio interior que estaba frente a la sala del trono real, y Jerjes, desde el trono, la vio y extendió hacia ella su cetro de oro. Entonces, acercóse Ester y tocó la punta del cetro. Y se ve que la tocó muy bien, porque ahí nomás Jerjes le dijo:

¿Qué quieres, oh reina Ester? ¡Hasta la mitad del reino te será concedida!

A lo cual respondió Ester:

Si al rey le place, venga el rey, y Hamán con él, hoy, al banquete que le tengo preparado.

Fueron, pues, Jerjes y Hamán al banquete que había preparado Ester. Y allí, Jerjes volvió a preguntar:

¿Cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino te será otorgada.

Venga mañana el rey —dijo Ester—, y Hamán con él, a otro banquete que prepararé. Entonces, diré al rey cuál es mi petición.

Hamán salió del banquete re contento; pero ver que Mardoqueo, sentado como siempre en la puerta del palacio, no se levantaba para saludarlo le arruinó el día. (3) Llegó a su casa y se reunió con sus amigos y su mujer. Y les contó que había estado en el banquete de Ester.

La reina no ha permitido entrar con el rey a ninguno sino a mí —dijo—, y mañana también estoy convidado por ella con el rey. ¡Mas todo esto de nada me aprovecha, mientras yo vea al hebreo Mardoqueo sentado en la puerta del rey!

—Chabón —dijeron sus amigos y su mujer—, ¿por qué no mandás a hacer una horca y mañana por la mañana hablás con el rey para que cuelguen a Mardoqueo en ella? Así vas a estar re feliz cuando llegues al banquete.

—¡Esa sí que es una buena idea! —dijo Hamán, e hizo preparar la horca. (4)


(1) Ester 4:13, 14
(2) Ester 4:15, 16
(3) Ester 5:9
(4) Ester 5:14

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